Hace aproximadamente 40 años apareció el primer caso de
Ébola en una aldea de la República Dominicana del Congo. “El Ébola no es un
virus sutil. Mata a muchas de sus víctimas humanas en cuestión de días, a otros
los deja al borde de la muerte y acto seguido desaparece.” Dice el escritor
David Quammen. Se sabe prácticamente todo sobre este virus, excepto
donde se esconde entre un brote y otro. Existen dos teorías: una que el virus se
encuentra en algunas especies de murciélagos y otra que lo transporte algún
tipo de insecto o artrópodo.
Virus del Ébola |
Aquel niño que cayó enfermo en 2013 en una aldea de Guinea,
llamado Emile Ouamouno, fue el primer contagiado por esta epidemia atroz que
devastaría tres países del África occidental y que su muerte sería la primera
de miles. Si las autoridades sanitarias hubieran sabido que se trataba del
Ébola hubieran podido investigar sobre como el virus llego hasta el cuerpo
del chico. Una de las características más singulares del Ébola es que
desaparece durante años. Desde 1976, los brotes de Ébola han sido esporádicos.
Los virus necesitan un organismo para poder sobrevivir
durante tanto tiempo. El organismo en el que un virus zoonótico (cualquier
enfermedad propia de los animales que puede comunicarse a las personas) habita
se denomina huésped reservorio. Al Ébola se le considera como una zoonosis muy
grave, pero ¿dónde se esconde entre brote y brote?. Lo que es seguro es que no en chimpancés y gorilas ya que se
ha demostrado que también son víctimas de esta enfermedad. De hecho, una de las
vías por las que el Ébola llega a los humanos es la ingestión de carne de
primate. Incluso para su descubridor Karl M. Johnson, virólogo
eminente, esta tediosa pregunta sigue siendo un interrogante. Una posibilidad que
sostiene es que el Ébola pudo matar al pequeño Emile es a través de los
murciélagos angoleños de cola larga.
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Primeros países afectados por el Ébola |
Años más tarde del primer contagio, el virólogo Robert
Swanepoel fue en busca del virus, a lugares cercanos de las cuevas Chinhoyi,
donde anteriormente se localizó un brote de un virus similar al Ébola, pero no
encontró nada. Entonces realizo un experimento con el que saco en claro que los
únicos animales que podían portar este virus eran los murciélagos y un tipo de
araña. No se sabe a ciencia cierta donde se esconde el virus del
Ébola entre los brotes, nunca se ha llegado a identificar su huésped
reservorio. Su transmisión a los humanos ha sido esporádica y muy rara, pero
lamentablemente letal.
En mi opinión creo que mientras se busca al huésped
reservorio de este asesino silencioso deberían ayudar a las miles de personas
afectadas para evitar que se extienda más. Si durante 17 años se consiguió
pararle los pies al Ébola significa que ahora también podemos.
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Muy buena noticia, nos ha parecido realmente interesante:)
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